MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
El comportamiento del presidente-candidato Danilo Medina Sánchez luce un tanto temerario por el exceso de optimismo que acusa. Un observador cualquiera pensaría que tiene una carta escondida, y no necesariamente en la manga.
Tirar por la borda de manera alegre, como quien se despoja de un lastre, la actualización de la alianza con el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), incluida la significativa casilla 3 en la boleta electoral, es como para uno no dejar de pensar en la seria posibilidad de un plan avieso; un fraude.
Por la experiencia que dan los años y que se extiende y refleja en el siempre venerable color gris-azuloso de las canas, savia de la prudencia que observamos los que con plena conciencia aceptamos nuestra pasajera vida terrenal, se me ocurre que el presidente Medina debe medir sus pasos milimétricamente; con mucho cuidado.
El hombre de nuestros campos con la sabiduría que le es inherente suele decir, a manera de advertencia, que «cuando se prepara una opípara y suculenta comilona, (como la reelección) cuya base es el pollo, que también se piense en el moquillo. Ahora, si en Arroyo Cano a los pollos no les da moquillo…».
Eso de pretender mantenerse en el Poder para demostrar que sí se sabe gobernar, como dijo de Trujillo su alegado líder, el infeliz Juan Bosch, (y apenas duró siete meses) con un trujillismo trasnochado y, por demás, contrario a la dialéctica de los tiempos, es el más inconcebible de los absurdos.
Las declaraciones del Ministro administrativo de la presidencia, en el sentido de que la Ley de partidos se aprobará antes de los comicios de mayo del próximo año, es parte de la maraña reeleccionista, sin lugar a duda; en tanto, aún se acepte la condición de Luis Abinader de que debe ser una Ley de consenso de los partidos, y no la imposición del PLD, todo resultará letra muerta.
O, es que acaso el olvido colectivo al que los peledeístas siempre han apostado, borró de la memoria histórica el que es su permanente lema avasallante: